PREGUNTAR Y OFENDER
Parece ser que hoy por hoy podemos añadir una nueva línea al manual de hipocresía nacional, podemos sumar a la lista de actos de agresión al ciudadano el hecho de preguntar. Plantear una cuestión, pedir una aclaración, solicitar información sobre el origen de un producto o la autoría de una pieza parece ahora estar muy mal visto entre ciertos sectores o gremios, preguntar y ofender parece que a partir de ahora irán de la mano. Pero no es bueno generalizar, gremios hay muchos y miembros más, por lo que solo hablaré de uno de los que conozco.
Desde que inicié mi actividad en la artesanía de corte allá por el 2010, las formas de relación social más habituales y de paso los medios de difusión más importante han sido las redes sociales, blogs y páginas web. De aquella, raro era el día en el que uno no recibía la pregunta de un compañero sobre el origen de un material, de una pieza, de un producto químico. Preguntas del tipo “¿lo has hecho tú?” eran lo más habitual, casi todos éramos pseudo desconocidos y todo el nivel de referencia estaba fuera de España. Por lo que contestaciones del orden de “ Si, por supuesto” o “Ni de coña, esto lo compro hecho en...” eran el pan de cada día. Todos aprendíamos de todos, todos queríamos mejorar en esto o aquello. Y el gremio empezó a evolucionar.
Las referencias de nivel estaban fuera, en España teníamos las zonas tradicionales, que no aportaban un modelo ejemplar que seguir, así que el “Hecho a Mano” debía mirar fuera para no perder su esencia “Hand Made “y poder mejorar su nivel. Foros internacionales y artesanos de extranjeros, empezaron a ser una fuente vital para el desarrollo técnico de la artesanía de corte no tradicional en España. Su altruismo a la hora de colgar imágenes, videos y técnicas en la WWW fué la luz que muchos estaban buscando para poder subir el nivel de sus trabajos hasta unas cotas técnicas y de acabados dignas de un producto hecho a mano.
Y la artesanía de corte evolucionó y creció técnicamente y mientras crecía iba provocando molestias en el gremio, por una sensación de agravio comparativo que apareció entre los artesanos más tradicionales y conservadores y sus fieles seguidores. Estaban empezando a pasar cosas raras, de difícil comprensión por una mente educada y coherente. Se veían brujerias extrañas que hablaban de hechizos en los que se templaba con hornos mágicos que se conectaban a la red eléctrica, procesos térmicos que bien podrían ser conjuros satánicos, tratamientos criogénicos más propios del mismísimo demonio, eran la comidilla de los foros, se caldeaban aceros imposibles sin llegar al punto de fusión utilizando alquimias extraterrestres, se usaban máquinas de otro mundo que dejaban biseles perfectamente marcados, hojas rectas que se saltaban las leyes de la física, medios de enfriamiento que vulneraban todo lo que dictaba el decoro y la razón, hojas capaces de soportar flexiones tremendas y recuperar su forma, aceros inox que se comportaban como carbonos, Cromo, Vanadio, Níquel, Tungsteno, Cobalto, Nitrógeno, Manganeso, Magnesio, Titanio …. Todo esto no era normal, lo normal era la fiabilidad del ojo humano a la hora de funcionar como pirómetro, lo normal era que lo hecho a mano tuviese algún “defectillo” que lo hacía eso, más hecho a mano, más humano. La linea recta siempre se definía mediante tres o cuatro puntos y una luz de 1mm en las cachas no se podía apreciar ni con un microscopio electrónico. Eso era lo normal, eso es lo que generaba confort y tranquilidad. Pero vinieron las hordas bárbaras con sus extrañas costumbres e intentaron transformar el gremio…
Toda evolución tiene que luchar contra lo antiguo, la resistencia al cambio es la reacción normal del la materia que se encuentra acomodada o con cierto movimiento, o como dicen en alguna web haciendo referencia al mundo empresarial: “La resistencia al cambio proviene del miedo a lo desconocido o por la expectativa de pérdida de los beneficios actuales”
A mi me gusta más hablar de inercia, que en una bella definición de la wikipedia se describe así: “En física, la inercia (del latín inertĭa) es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento relativo o dicho de forma general es la resistencia que opone la materia a modificar su estado de movimiento, incluyendo cambios en la velocidad o en la dirección del movimiento. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado de reposo relativo o movimiento rectilíneo uniforme relativo si no hay una fuerza que, actuando sobre él, logre cambiar su estado de movimiento. “
El potaje ya tenía casi todos lo ingredientes para salir delicioso, teníamos una inercia que mantenía el sector en una dirección concreta, una fuerza evolutiva dispuesta a oponerse a ella, una afición creciente….pero resulta que las inercias que tenían los diferentes gremios de la artesanía de corte en los diferentes países no resultó ser la misma. Y la receta del potaje internacional de la cuchillería no se iba a cocinar en los mismos hornos. Mientras que al otro lado del Atlántico y por encima de la cordillera Pirenaica la inercia era débil y la resistencia al cambio fué poca, en la piel de toro nos encontramos con una movimiento inercial más propio de un planeta gigante que de un gremio de artesanos. Se necesitaba una fuerza como la de la gravedad para poder mantener la artesanía orbitando cerca de la luz y que no se volviese a lanzar como un asteroide hacia las zonas oscuras en las que acostumbraba a moverse.
Esa fuerza de gravitacional fueron las redes sociales. Trabajos de cualquier parte del mundo, nuevos conceptos y técnicas hasta ahora denostadas en este País, por ser cosa de unos pocos “tiquismiquis” empezaron a tenerse en cuenta gracias al famoso complejo nacional. Nuestros trabajos eran vistos desde Australia, EEUU, UK, Alemania y viceversa, así que nosotros también podíamos ver como se las gastaban “los de fuera”… y como no, se gestó un “Bienvenido Mr. Marshall” del futuro en el que se quiso decorar la artesanía patria con los colores de la modernidad, y digo decorar porque en el inicio del rodaje muchos vieron que esa modernización requería mucho estudio, inversión, aprendizaje… y las cuentas parecían no cuadrar. Así que se pasó de hacer obra y simplemente se hicieron unas reformas estéticas para que la cosa no cantase mucho.
Damascos, micartas, biseles, san mai, aceros pulvimetalúrgicos … Así iba la onda, así que ¿cómo se podía hacer para nadar sin meterse en el agua? La respuesta ya se estaba gestando desde países menos desarrollados y desde alguna súper potencia asiática que ya le había arreglado la papeleta a otros gremios. Hacer tu propio damasco era difícil, caro y había que saber, así que las cuentas a la española no salían. Pero…Oh lá lá!!!! los pakis lo sabían, y empezaron a meter “acero de damasco” en España a saco. Con la calidad del metal de una lata de mejillones, pero a quien carajo le importaba eso… Había más damascos, de EEUU, europeos, pero por su calidad y su precio acorde eran capaces de descontrolar hasta las cuentas de Al Capone... que cojones!!!
Con el problema de los biseles y hojas la industria estuvo rápida, fabricando para unos y otros, como un vulgar camello de barrio en los 80´…. “Oye tio, te corto templo y marco las hojas que quieras” ostias macho, el tema prometía, cortar, perfilar, templar … eso quitaba mucho trabajo sucio y pesado. Y quien se iba a enterar….
El temple solucionado, por que de eso no se habla, y la querida la forja … se redefinió rápidamente, si no hay marcas de martillazos y restos de cascarilla no dice bonito, no parece forjado. No se hable más,-”tu dale a tope casi en el color blanco que va más blando..”.
Y así se fué maquillando la artesanía, capa sobre capa, desde lejos parecía un look moderno, pero desde cerca se veian los brochazos de un maquillaje de chica de polígono. Todo muy brillante y decorado y todos peleando por quien la chupaba por menos pasta. La inercia era enorme, y aquí fué cuando realmente nos dimos cuenta.
Y tras unos años, todos contentos. Lo fácil atrae, todos podemos ser artesanos. Se hace saber!!!!…. Compras acero Paki haces unas piezas y ante el lego eres maestro forjador. Compras unas hojas , les pones olivo de la poda del año anterior y ya eres maestro cuchillero. En plan colegial, recitas datos exactos sobre temperaturas de temple, aun templando a ojo y ya eres maestro templador. Todos tenemos Ego y el ego, en gran parte, determina nuestra vida, a lo bueno se acostumbra uno rápido, y es en este punto, donde el sentido común se encuentra con que aquí, preguntar ya es ofender.
Y como preguntar es ofender, para pasar el rato, como hay tiempo, podemos hacer un tutorial del ofendido:
Si me preguntas si ese damasco lo hago yo, no es correcto, me ofendes, pero no lo hago yo, que quede claro.
Si me preguntas cómo templo este acero, no es correcto, me ofendes, no lo templo yo... o, peor aún, lo templo a ojo de buen cubero, pero queda como si lo templasen los Angeles. Que quede claro
Si me preguntas si la hoja la he hecho yo, no es correcto, me ofendes, no la hago yo, me la corta, templa y marca una conocida empresa, pero corta ¿no? . Que quede claro.
Si me preguntas si hago yo todas esas empuñaduras, no es correcto, me ofendes. No las hago yo, las hace mi torno copiador, pero son para lo que son ¿no?. Que quede claro
Si me preguntas por las fundas, no es correcto, me ofendes. Me las hace un tipo, pero para llevar la pieza valen ¿No?. Que quede claro.
…
Estas preguntas que hace años, cuando empecé, no hubiesen molestado a casi a nadie, hoy están muy mal vistas, ofenden al preguntado que en ocasiones se ve obligado a contestar y ofende más aún al aficionado, que al no estar acostumbrado a la claridad que proporciona el exceso de luz, reaciona cerrando aún más los ojos.
¿Por qué se pregunta? Pues por la pasta amigos. Siempre la pasta…. Me pongo serio y lo explico. La artesanía es una actividad económica, es diferente a un hobby, que no tiene fin económico. Y no me voy a meter en las cuotas de autónomo, IVA, cuotas de asociaciones, cuotas dominios, coste marketing, coste reposición de maquinaría, coste foros, coste plataformas de pago, Inversión en I+D….
-Ya he vuelto, perdón-. una de las características de la artesanía es la fabricación manual, usando las herramientas habituales de cada época, y otra, la calidad. Cuando hablamos de algo hecho a mano, esperamos que por ser hecho a mano, ese algo habrá recibido un mimo especial en todas las partes de su proceso de fabricación, esperamos la calidad de lo artesanal. Si lo artesanal no supera lo hecho en serie por máquinas, sintiéndolo mucho no es artesanía, es una chapuza hecha a mano o si queréis ser políticamente correctos, artesanía “low cost”. El artesano debe dominar la técnica lo máximo posible y los procesos que debe aplicar. Formar a un buen artesano requiere de muchos años de práctica y gastos, la inversión es elevada. Y eso todo redunda en el coste productivo y lógicamente en el precio. Los materiales usados siempre deberán ser una calidad alta y la inversión técnica deberá estar a la par de los requerimientos de los materiales a utilizar. Esto también redunda en la calidad y en el coste final del producto, elevándolos. Por ejemplo, si un artesano fabrica su propio damasco esta invirtiendo en calidad, ya que controla el origen y proceso. Si el mercado se inunda de damascos de dudosa calidad y procedencia y bajo coste, las cosas se ponen feas para este artesano. Pero si los usuarios de estos damascos reciben la consideración de maestros del caldeo, pese a a tener damasco a base de Mastercard, las cosas todavía pintan peor. El producto se devalúa, la calidad general del damasco que se vende y que recibe el usario baja, y lo peor, ¡todos maestros del caldeo! por lo que la figura del artesano también se devalúa. Y al final, y siendo claro... la artesanía a tomar por el culo.
Pongamos otro ejemplo, pulvimetalurgicos templados a ojo (no me puedo creer que lo haya escrito bien a la primera) Quizá me pase, porque el coste de los “pulvis” es elevadísimo por lo que difícilmente entra en el Spanish Concept general de lo artesano, pero vamos a cambiar el “ palabro” por aceros inox marten... hipereutectoi… perdón!!! El N690co y el 440c de toda la vida. Estos aceros, al igual que los “pulvis”, van de la mano si o si, de un horno eléctrico y a mi modo de ver, casados ante Dios con un tanque de nitrógeno líquido. Si el mercado de inunda de estos aceros templados a ojo, con un coste de temple bajo, la calidad general percibida por el usuario es mala y por tanto la reputación de estos aceros se va al carajo. Si estos aceros los usa habitualmente un artesano formado y con los medios adecuados, su inversión y actividad económica fruto del uso de estos tan comunes aceros se ira ...¿ a donde? Pues al carajo también. Así podemos ver aceros como D2 (denominación generica de esta aleación) cuya fama es tan mala entre el aficionado que prácticamente lo descarta pese a ser un excelente acero en su variedad K110 de Bohler. Y todo porque durante años unos “expertos” ojimétricos lo han maltratado, templando a ojo con crueldad y alevosía. La mella era normal...decían.
Es normal y lógico que se pregunte, porque el usuario debe saber, quién hace damasco y quién lo compra a USA, Alemania o a Pakistán, quién templa a ojo y quién usa los medios adecuados, quién hace sus hojas o quién las compra hechas. Porque sintiéndolo mucho, hay que defender la artesanía, hay que diferenciar a los artesanos del resto.
Porque ...de artesanía iba la cosa ¿ O no?
A.Castro
“Hasta mañana Sergio”
Parece ser que hoy por hoy podemos añadir una nueva línea al manual de hipocresía nacional, podemos sumar a la lista de actos de agresión al ciudadano el hecho de preguntar. Plantear una cuestión, pedir una aclaración, solicitar información sobre el origen de un producto o la autoría de una pieza parece ahora estar muy mal visto entre ciertos sectores o gremios, preguntar y ofender parece que a partir de ahora irán de la mano. Pero no es bueno generalizar, gremios hay muchos y miembros más, por lo que solo hablaré de uno de los que conozco.
Desde que inicié mi actividad en la artesanía de corte allá por el 2010, las formas de relación social más habituales y de paso los medios de difusión más importante han sido las redes sociales, blogs y páginas web. De aquella, raro era el día en el que uno no recibía la pregunta de un compañero sobre el origen de un material, de una pieza, de un producto químico. Preguntas del tipo “¿lo has hecho tú?” eran lo más habitual, casi todos éramos pseudo desconocidos y todo el nivel de referencia estaba fuera de España. Por lo que contestaciones del orden de “ Si, por supuesto” o “Ni de coña, esto lo compro hecho en...” eran el pan de cada día. Todos aprendíamos de todos, todos queríamos mejorar en esto o aquello. Y el gremio empezó a evolucionar.
Las referencias de nivel estaban fuera, en España teníamos las zonas tradicionales, que no aportaban un modelo ejemplar que seguir, así que el “Hecho a Mano” debía mirar fuera para no perder su esencia “Hand Made “y poder mejorar su nivel. Foros internacionales y artesanos de extranjeros, empezaron a ser una fuente vital para el desarrollo técnico de la artesanía de corte no tradicional en España. Su altruismo a la hora de colgar imágenes, videos y técnicas en la WWW fué la luz que muchos estaban buscando para poder subir el nivel de sus trabajos hasta unas cotas técnicas y de acabados dignas de un producto hecho a mano.
Y la artesanía de corte evolucionó y creció técnicamente y mientras crecía iba provocando molestias en el gremio, por una sensación de agravio comparativo que apareció entre los artesanos más tradicionales y conservadores y sus fieles seguidores. Estaban empezando a pasar cosas raras, de difícil comprensión por una mente educada y coherente. Se veían brujerias extrañas que hablaban de hechizos en los que se templaba con hornos mágicos que se conectaban a la red eléctrica, procesos térmicos que bien podrían ser conjuros satánicos, tratamientos criogénicos más propios del mismísimo demonio, eran la comidilla de los foros, se caldeaban aceros imposibles sin llegar al punto de fusión utilizando alquimias extraterrestres, se usaban máquinas de otro mundo que dejaban biseles perfectamente marcados, hojas rectas que se saltaban las leyes de la física, medios de enfriamiento que vulneraban todo lo que dictaba el decoro y la razón, hojas capaces de soportar flexiones tremendas y recuperar su forma, aceros inox que se comportaban como carbonos, Cromo, Vanadio, Níquel, Tungsteno, Cobalto, Nitrógeno, Manganeso, Magnesio, Titanio …. Todo esto no era normal, lo normal era la fiabilidad del ojo humano a la hora de funcionar como pirómetro, lo normal era que lo hecho a mano tuviese algún “defectillo” que lo hacía eso, más hecho a mano, más humano. La linea recta siempre se definía mediante tres o cuatro puntos y una luz de 1mm en las cachas no se podía apreciar ni con un microscopio electrónico. Eso era lo normal, eso es lo que generaba confort y tranquilidad. Pero vinieron las hordas bárbaras con sus extrañas costumbres e intentaron transformar el gremio…
Toda evolución tiene que luchar contra lo antiguo, la resistencia al cambio es la reacción normal del la materia que se encuentra acomodada o con cierto movimiento, o como dicen en alguna web haciendo referencia al mundo empresarial: “La resistencia al cambio proviene del miedo a lo desconocido o por la expectativa de pérdida de los beneficios actuales”
A mi me gusta más hablar de inercia, que en una bella definición de la wikipedia se describe así: “En física, la inercia (del latín inertĭa) es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento relativo o dicho de forma general es la resistencia que opone la materia a modificar su estado de movimiento, incluyendo cambios en la velocidad o en la dirección del movimiento. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado de reposo relativo o movimiento rectilíneo uniforme relativo si no hay una fuerza que, actuando sobre él, logre cambiar su estado de movimiento. “
El potaje ya tenía casi todos lo ingredientes para salir delicioso, teníamos una inercia que mantenía el sector en una dirección concreta, una fuerza evolutiva dispuesta a oponerse a ella, una afición creciente….pero resulta que las inercias que tenían los diferentes gremios de la artesanía de corte en los diferentes países no resultó ser la misma. Y la receta del potaje internacional de la cuchillería no se iba a cocinar en los mismos hornos. Mientras que al otro lado del Atlántico y por encima de la cordillera Pirenaica la inercia era débil y la resistencia al cambio fué poca, en la piel de toro nos encontramos con una movimiento inercial más propio de un planeta gigante que de un gremio de artesanos. Se necesitaba una fuerza como la de la gravedad para poder mantener la artesanía orbitando cerca de la luz y que no se volviese a lanzar como un asteroide hacia las zonas oscuras en las que acostumbraba a moverse.
Esa fuerza de gravitacional fueron las redes sociales. Trabajos de cualquier parte del mundo, nuevos conceptos y técnicas hasta ahora denostadas en este País, por ser cosa de unos pocos “tiquismiquis” empezaron a tenerse en cuenta gracias al famoso complejo nacional. Nuestros trabajos eran vistos desde Australia, EEUU, UK, Alemania y viceversa, así que nosotros también podíamos ver como se las gastaban “los de fuera”… y como no, se gestó un “Bienvenido Mr. Marshall” del futuro en el que se quiso decorar la artesanía patria con los colores de la modernidad, y digo decorar porque en el inicio del rodaje muchos vieron que esa modernización requería mucho estudio, inversión, aprendizaje… y las cuentas parecían no cuadrar. Así que se pasó de hacer obra y simplemente se hicieron unas reformas estéticas para que la cosa no cantase mucho.
Damascos, micartas, biseles, san mai, aceros pulvimetalúrgicos … Así iba la onda, así que ¿cómo se podía hacer para nadar sin meterse en el agua? La respuesta ya se estaba gestando desde países menos desarrollados y desde alguna súper potencia asiática que ya le había arreglado la papeleta a otros gremios. Hacer tu propio damasco era difícil, caro y había que saber, así que las cuentas a la española no salían. Pero…Oh lá lá!!!! los pakis lo sabían, y empezaron a meter “acero de damasco” en España a saco. Con la calidad del metal de una lata de mejillones, pero a quien carajo le importaba eso… Había más damascos, de EEUU, europeos, pero por su calidad y su precio acorde eran capaces de descontrolar hasta las cuentas de Al Capone... que cojones!!!
Con el problema de los biseles y hojas la industria estuvo rápida, fabricando para unos y otros, como un vulgar camello de barrio en los 80´…. “Oye tio, te corto templo y marco las hojas que quieras” ostias macho, el tema prometía, cortar, perfilar, templar … eso quitaba mucho trabajo sucio y pesado. Y quien se iba a enterar….
El temple solucionado, por que de eso no se habla, y la querida la forja … se redefinió rápidamente, si no hay marcas de martillazos y restos de cascarilla no dice bonito, no parece forjado. No se hable más,-”tu dale a tope casi en el color blanco que va más blando..”.
Y así se fué maquillando la artesanía, capa sobre capa, desde lejos parecía un look moderno, pero desde cerca se veian los brochazos de un maquillaje de chica de polígono. Todo muy brillante y decorado y todos peleando por quien la chupaba por menos pasta. La inercia era enorme, y aquí fué cuando realmente nos dimos cuenta.
Y tras unos años, todos contentos. Lo fácil atrae, todos podemos ser artesanos. Se hace saber!!!!…. Compras acero Paki haces unas piezas y ante el lego eres maestro forjador. Compras unas hojas , les pones olivo de la poda del año anterior y ya eres maestro cuchillero. En plan colegial, recitas datos exactos sobre temperaturas de temple, aun templando a ojo y ya eres maestro templador. Todos tenemos Ego y el ego, en gran parte, determina nuestra vida, a lo bueno se acostumbra uno rápido, y es en este punto, donde el sentido común se encuentra con que aquí, preguntar ya es ofender.
Y como preguntar es ofender, para pasar el rato, como hay tiempo, podemos hacer un tutorial del ofendido:
Si me preguntas si ese damasco lo hago yo, no es correcto, me ofendes, pero no lo hago yo, que quede claro.
Si me preguntas cómo templo este acero, no es correcto, me ofendes, no lo templo yo... o, peor aún, lo templo a ojo de buen cubero, pero queda como si lo templasen los Angeles. Que quede claro
Si me preguntas si la hoja la he hecho yo, no es correcto, me ofendes, no la hago yo, me la corta, templa y marca una conocida empresa, pero corta ¿no? . Que quede claro.
Si me preguntas si hago yo todas esas empuñaduras, no es correcto, me ofendes. No las hago yo, las hace mi torno copiador, pero son para lo que son ¿no?. Que quede claro
Si me preguntas por las fundas, no es correcto, me ofendes. Me las hace un tipo, pero para llevar la pieza valen ¿No?. Que quede claro.
…
Estas preguntas que hace años, cuando empecé, no hubiesen molestado a casi a nadie, hoy están muy mal vistas, ofenden al preguntado que en ocasiones se ve obligado a contestar y ofende más aún al aficionado, que al no estar acostumbrado a la claridad que proporciona el exceso de luz, reaciona cerrando aún más los ojos.
¿Por qué se pregunta? Pues por la pasta amigos. Siempre la pasta…. Me pongo serio y lo explico. La artesanía es una actividad económica, es diferente a un hobby, que no tiene fin económico. Y no me voy a meter en las cuotas de autónomo, IVA, cuotas de asociaciones, cuotas dominios, coste marketing, coste reposición de maquinaría, coste foros, coste plataformas de pago, Inversión en I+D….
-Ya he vuelto, perdón-. una de las características de la artesanía es la fabricación manual, usando las herramientas habituales de cada época, y otra, la calidad. Cuando hablamos de algo hecho a mano, esperamos que por ser hecho a mano, ese algo habrá recibido un mimo especial en todas las partes de su proceso de fabricación, esperamos la calidad de lo artesanal. Si lo artesanal no supera lo hecho en serie por máquinas, sintiéndolo mucho no es artesanía, es una chapuza hecha a mano o si queréis ser políticamente correctos, artesanía “low cost”. El artesano debe dominar la técnica lo máximo posible y los procesos que debe aplicar. Formar a un buen artesano requiere de muchos años de práctica y gastos, la inversión es elevada. Y eso todo redunda en el coste productivo y lógicamente en el precio. Los materiales usados siempre deberán ser una calidad alta y la inversión técnica deberá estar a la par de los requerimientos de los materiales a utilizar. Esto también redunda en la calidad y en el coste final del producto, elevándolos. Por ejemplo, si un artesano fabrica su propio damasco esta invirtiendo en calidad, ya que controla el origen y proceso. Si el mercado se inunda de damascos de dudosa calidad y procedencia y bajo coste, las cosas se ponen feas para este artesano. Pero si los usuarios de estos damascos reciben la consideración de maestros del caldeo, pese a a tener damasco a base de Mastercard, las cosas todavía pintan peor. El producto se devalúa, la calidad general del damasco que se vende y que recibe el usario baja, y lo peor, ¡todos maestros del caldeo! por lo que la figura del artesano también se devalúa. Y al final, y siendo claro... la artesanía a tomar por el culo.
Pongamos otro ejemplo, pulvimetalurgicos templados a ojo (no me puedo creer que lo haya escrito bien a la primera) Quizá me pase, porque el coste de los “pulvis” es elevadísimo por lo que difícilmente entra en el Spanish Concept general de lo artesano, pero vamos a cambiar el “ palabro” por aceros inox marten... hipereutectoi… perdón!!! El N690co y el 440c de toda la vida. Estos aceros, al igual que los “pulvis”, van de la mano si o si, de un horno eléctrico y a mi modo de ver, casados ante Dios con un tanque de nitrógeno líquido. Si el mercado de inunda de estos aceros templados a ojo, con un coste de temple bajo, la calidad general percibida por el usuario es mala y por tanto la reputación de estos aceros se va al carajo. Si estos aceros los usa habitualmente un artesano formado y con los medios adecuados, su inversión y actividad económica fruto del uso de estos tan comunes aceros se ira ...¿ a donde? Pues al carajo también. Así podemos ver aceros como D2 (denominación generica de esta aleación) cuya fama es tan mala entre el aficionado que prácticamente lo descarta pese a ser un excelente acero en su variedad K110 de Bohler. Y todo porque durante años unos “expertos” ojimétricos lo han maltratado, templando a ojo con crueldad y alevosía. La mella era normal...decían.
Es normal y lógico que se pregunte, porque el usuario debe saber, quién hace damasco y quién lo compra a USA, Alemania o a Pakistán, quién templa a ojo y quién usa los medios adecuados, quién hace sus hojas o quién las compra hechas. Porque sintiéndolo mucho, hay que defender la artesanía, hay que diferenciar a los artesanos del resto.
Porque ...de artesanía iba la cosa ¿ O no?
A.Castro
“Hasta mañana Sergio”
No hay comentarios:
Publicar un comentario