Hace unos cuantos años, conocí a un par de tipos que ya eran amigos entre si, mostraban gran interés por la cuchillería y vivían en mi misma localidad así que los invité a pasarse por el taller a hacer algo. Fue una decisión extraña ya que soy muy celoso de mi intimidad, no me gusta tener gente por el obradoiro, no solo por el espacio tan justo que tengo actualmente, si no porque nunca había compartido lugar de trabajo y herramientas con nadie, exceptuando aquella vez en la que llegaron a mi pueblo unos individuos cuando yo aún andaba en pañales como cuchillero, fruto de aquel encuentro se forjaron un sanmai, un damasco y una buena amistad.
No recuerdo bien que dio pie a esa quedada pero nos juntamos cuatro en mi primitivo taller, hablamos, forjamos a tres martillos, quemamos propano como si nos lo regalasen y comimos. Un día interesante, estábamos en el último trimestre del 2012, por entonces yo ya hacía mis pinitos con los caldeos inox-carbono, algún damasco y estaba afinando los sanmai de inox con D2 y D3, pero apenas tenía herramienta y poco más podía aportar que esos breves conocimientos de caldeo, hicimos lo que pudimos y quiero pensar que fue una vivencia enriquecedora para todos. Querían caldear y caldeamos.
En el enlace está ese encuentro.
Volvamos al presente que ya parezco el abuelo cebolleta, de aquellos dos "capullos" (entiendase la confianza actual que hay entre nosotros) que había invitado a currar en el taller, creo que en el 2017-2018, al final solo floreció uno y en las circunstancias más inverosímiles. Entre ambos mis apuestas estaban más con uno, pero el tiempo me demostró que apostar no es lo mío y el más tozudo de los dos, pese a tenerlo todo en contra por la distancia y la escasez de medios salió adelante.
Fue una temporada en la que ocasionalmente quedábamos para forjar, lijar, encabar... ellos empezaban desde cero y desde lo más básico iniciamos. El asunto estaba muy justo de m2 y aparatos, tuve que fabricar una fragua de propano para ellos ( hoy en día mi dragón de cabecera) pero con solo una lijadora teníamos que ir con calma y guardando cola. Íbamos progresando, ellos como proyectos de cuchillero y yo como intento de profesor, pero al poco se disolvió el tridente y por temas de trabajo y morriñas, el Manuel se nos fue a vivir muy lejos.
Y fue en la adversidad que supone la distancia donde encontró la motivación y al poco nos sorprendió con una fragua de carbón, de esas que van con un secador de pelo, una suerte de yunque (un trozo de viga creo recordar), un poco de herramienta variada y menos mal que le regalamos el martillo y las tenazas que le fueron útiles también a modo de consuelo.
El caso es que poco a poco empezó a mandar fotos de cuchillos que hacía a partir de trozos de ballesta y limas, al principio parecía que pretendía forjar pistolas en vez de hojas, buena risas me pegué con esos, pero poco a poco fue mejorando y los otros dos fuimos testigos, a traves de la pantalla del teléfono, de una evolución muy interesante a pesar de la ausencia de las herramientas básicas de un taller moderno. Yo intentaba ayudarlo todo lo que podía desde la distancia y a base de mensajes de móvil fui dándole el apoyo teórico que necesitaba. Hoy en día es un artesano del cuchillo, pero tenía una espinita clavada, el caldeo. Así que aprovechando mis vacaciones, montamos mi segunda quedada cuchillera.
En dos tardes muy intensas conseguimos explicar la teoría, hacer una práctica inicial con hierro y el segundo día caldear y forjar dos paquetes sanmai. Él solo, con lo aprendido del día anterior y con mi ayuda para sacarlo del trance en que lo metían los aceros incandescentes sobre el yunque, consiguió dos caldeos exitosos a fragua y martillo. Decidimos usar el martinete para estirarlo por ahorrar tiempo y porque el tío disfrutaba como una mona golpeando con el oliveras.
Actualmente mi colega ya es un cuchillero completo, poco a poco deberá invertir para equiparse y empezar a meterse con trabajos más arriesgados, pero la base técnica y las ganas ya las tiene. Estoy seguro que si no pasa nada raro por el camino, en un futuro no muy lejano dará que hablar en mundo del cuchillo hecho a mano.
Un pequeño video para que ese día no se pierda en el agujero negro que son las redes sociales.
NOTA: No cobro por trasmitir mis conocimientos, solo lo hice una vez y no me agradó el regusto que me dejó. NO me parece moral hacerlo por dinero, ni que el acceso al mismo sea tan fácil para cualquiera como realizar un simple pago. A modo de ejemplo os dejo un enlace y un texto. Salvando las evidentes distancias y las diferencias culturales, creo que lo explica perfectamente. Disculpad si hay errores en la traducción, tenéis enlace del texto original al final del artículo.
Cómo convertirse en aprendiz de espadero en Japón
El número de personas que desean convertirse en herederos de la tradición de la espada japonesa mediante el aprendizaje tradicional en Japón ha crecido considerablemente. Esto se debe probablemente a la internacionalización de las comunicaciones, dando la sensación de que la cultura muy remota y peculiar de la espada japonesa es ahora más accesible, y probablemente lo sea.
No hay entrada secreta ni criterios elitistas para convertirse en aprendiz de espadero en Japón. Sin embargo, la información sobre el tema es escasa, y los obstáculos culturales y lingüísticos han enfriado a más de uno. Es probablemente por tales razones que tan pocos extranjeros han probado sus manos en ello. Existe la leyenda de un occidental que habría establecido su propia fragua a finales del siglo 19, pero no se sabe mucho sobre él. Luego está el más conocido Keith Austin, aprendiz del difunto "Tesoro Nacional Viviente" Miyairi Yukihira, en realidad al mismo tiempo que Kawachi Kunihira, el maestro de Kiyota, pero desafortunadamente falleció en 1997. Muchos más parecen haber ido y venido durante unos pocos años o incluso unos meses de estadía, algunos practicando el oficio hasta cierto punto en su país de origen, otros recurriendo a campos completamente diferentes.
Hay, a principios del siglo 21, alrededor de 250 forjadores de espadas trabajando en Japón. Sin duda, cada uno de ellos tiene su propia opinión sobre lo que debería ser la espada y su aprendizaje, sus propios hábitos y personalidad, y hasta cierto punto su propia cultura. El enfoque explicado aquí se relaciona con la experiencia personal del autor, su propia comprensión de la cultura y las costumbres, y también con sus creencias. Ciertamente hay otras formas que conducen a un resultado similar, pero probablemente no idéntico.
Un aprendizaje clásico implica que el aprendiz resida en casa de su maestro. Vive entre la familia y ayuda con las tareas diarias. Durante el aprendizaje, uno obviamente aprende técnicas, pero sobre todo es aprender a reconocer la calidad y las condiciones que lo permiten. Incluso con décadas de práctica, un herrero aislado no podría hacer una espada japonesa fina simplemente porque no sabría lo que es. Vivir por el maestro de uno permite empaparse de sus estándares (lo que justifica la importancia de elegir al mejor artesano en un campo determinado) y así hacerlos propios.
A principios del siglo 21, las consideraciones financieras, sociales y culturales están en la raíz de la diversidad en la artesanía y los formatos de aprendizaje relacionados. Algunos fueron remunerados durante la burbuja económica de finales de la década de 1980, mientras que muchos exigen que se pague una pensión. Algunos aprendices viven solos y llegan a casa de sus maestros todos los días. Ya no hay normas, pero para la calidad esperada.
No hay instituciones académicas donde se pueda aprender la espada japonesa. Para forjar cuchillas de más de 15 cm en Japón, se debe tener licencia del Ministerio de Educación. Para obtener esta licencia, uno debe pasar por el aprendizaje con un herrero con licencia durante al menos 4 años, después de lo cual se le puede permitir tomar la prueba anual para nuevos herreros. La prueba consiste en la fabricación de una espada, desde la materia prima hasta el pulido básico y dura aproximadamente una semana. La mayoría de los aprendizajes duran aproximadamente 5 años.
El factor decisivo, por lo tanto, es ser aceptado por un herrero
con licencia como su aprendiz.
Así es como...
El maestro y el aprendiz
La relación entre maestro y aprendiz es personal, y para toda la vida. No es la de un maestro y su alumno, porque no se espera que el maestro enseñe nada. Se espera más bien del aprendiz que asimile tanto conocimiento como sea posible mientras comparte la vida de su maestro. Tampoco es un superior y su subordinado, ya que no hay remuneración ni contrato. No hay intercambio: la relación es autoritaria y unidireccional, de maestro a aprendiz. ¡No es una asociación! Será deber del aprendiz transmitir sus conocimientos a la siguiente generación.
Al ingresar al aprendizaje, Kawachi le dice al estudiante de primer año que, si el maestro mira a un cuervo negro y dice que la cabeza del cuervo es blanca, la única respuesta del aprendiz debería ser "¡sí señor!". En otras palabras, es por defecto que lo que piensan los aprendices está mal, y lo que piensa el maestro es correcto, incluso si la verdad es diferente, o incluso cuando los aprendices y el maestro piensan igual.
El maestro es un artesano en el trabajo. El aprendiz es la persona que viene a su lado, y que observa, en su mayoría, y ayuda, dependiendo de sus habilidades. Kiyota a menudo dice que la única tarea real del aprendiz es ser regañado.
Es interesante notar que maestro y aprendiz, como cualquier otra denominación, tienen su valor solo dentro de una relación dada. En otras palabras, el maestro no es un Maestro, sino el maestro de su aprendiz. Por lo tanto, el maestro es él mismo aprendiz frente a su propio maestro. ¡No hay denominación absoluta! No existe tal cosa como un Maestro. Tenga cuidado con aquellos que pretenden lo contrario.
Condiciones
Para ser aceptado como aprendiz en un oficio tradicional japonés dado, las consideraciones de raza, nacionalidad, estatus social, dinero, experiencia, habilidades, talentos, antecedentes académicos, idioma, currículum vitae y, en la mayoría de los casos, género no tienen importancia (ciertos oficios todavía están reservados para un género determinado, aunque esto está cambiando rápidamente).
Entonces, ¿qué es necesario?
Lo que sigue podría constituir fácilmente una lista exhaustiva
de los criterios requeridos:
– Ser querido por el maestro
No
por encantarlo conscientemente, sino simplemente con la naturaleza de
uno, al igual que los extraños que se gustan o no se gustan a
primera vista; El futuro aprendiz no tiene mucho control sobre
esto.
– Paciencia – Honestidad – Modestia
–
Silencio – Devoción y esfuerzo
sostenido
– Mente
abierta y flexibilidad
(principalmente relacionada con tensiones
culturales inevitables)
Eso es todo. Si sólo uno fuera aislado, sería paciencia. Un elemento clave de todos los éxitos japoneses y de la cultura japonesa en general. Paciencia como ningún occidental puede concebirlo. De hecho, incluso para los jóvenes japoneses, la paciencia se desarrolla a lo largo de su educación. En japonés esto se expresa como "gaman". Esta palabra no tiene equivalente directo en inglés, pero podría explicarse a través de las palabras resistencia, moderación, paciencia y tolerancia.
Aunque las condiciones se enumeran anteriormente, ¡el método aún
no se proporciona!
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Los forjadores de espadas japoneses son solo seres humanos. Aunque su cultura específica es única, tienen los mismos anhelos, miedos y alegrías que la mayoría de los seres humanos en este planeta.
Lo que es importante entender es que los artesanos de alto nivel en Japón realmente sienten que es una gran responsabilidad transmitir la tradición a las generaciones futuras. No pueden permitir que sea perpetuado por almas tibias que dejarían caer los estándares mismos de su oficio. Aceptar a un aprendiz es una responsabilidad tanto frente a la tradición como a la del pensamiento individual para hacer esta elección de vida.
No importa cuánto estés convencido de que quieres ser un forjador de espadas o cualquier otro artesano en una tradición seria, solo ten en cuenta que los deseos, al igual que los miedos, no son menos valiosos o importantes que la niebla. Van y vienen, sin importar su intensidad, y vivir de acuerdo con ellos implica una vida de esclavitud a la mente. ¡Solo piense en cuál era el enfoque de su "deseo de vida" hace un año ... !
No importa cuánto estés convencido de que estás dispuesto a hacer los sacrificios necesarios, no tienes forma de saber cuáles son esos sacrificios. La única forma de conocer es la experiencia, y la experiencia no se puede imaginar ni leer.
Los japoneses son generalmente muy conscientes de eso. Por lo tanto, realmente no les importa cuánto estás dispuesto o deseando fuertemente hacer esto o aquello, porque saben que esto también pasará.
Lo importante es tu propia personalidad. ¿Eres honesto? Porque una persona deshonesta, en todos los niveles de la expresión, no puede hacer un buen trabajo. ¿Eres paciente? Porque la paciencia será necesaria para que sigas adelante cuando la niebla de tu entusiasmo se despeje, dejando solo sudor, dolores corporales y aburrimiento como compañeros en tu viaje. ¿Estás inspirado? Porque una mente aburrida no puede hacer un trabajo brillante. ¿Eres un aprendiz rápido e intuitivo? No es porque a uno se le enseña que uno aprende. ¿Estás listo para sacrificarte? No importa si crees que lo eres o no, la pregunta es "¿lo eres?".
Es muy difícil prepararse para este tipo de evaluación. Es una cuestión de existencia, de forma de vivir y pensar. Sé que toda mi vida hasta los últimos años me ha preparado para ser aceptado como aprendiz, pero no me estaba preparando conscientemente para nada más que tratar de materializar mi visión ideal de mí mismo.
Pero hay trucos que pueden ayudarte a evitar contratiempos culturales y sentir el camino por ti mismo.
Paciencia. « Todo llega a los que esperan. » ¡Esto no podría ser más útil en este caso! ¿Qué son cinco años, diez años, si realmente quieres hacer un compromiso de por vida?
Sin dudar. La vacilación es una demostración de falta de enfoque. Y la falta de enfoque es un defecto fatal en cualquier práctica.
Actuando el papel. Si ya te comportas como aprendiz (haciendo tu tarea sin que te lo digan o te pregunten, aprendiendo el idioma, las costumbres y los modales, manteniendo tu enfoque recto, sin importar lo que te digan, siempre estando disponible y útil pero no exigente, etc.), se sentirá natural aceptarte.
Tomarse el tiempo para construir relaciones. Un completo extraño no puede convertirse en el aprendiz de un completo extraño. Las implicaciones son demasiado grandes para hacer tales movimientos.
... ¡Y la lista continúa!
Como en Roma hacemos como romanos, el primer deber del futuro aprendiz es asimilar las costumbres, comprender la cultura (o al menos aceptarla) y la historia local, y aprender el idioma. No se espera que uno se convierta en un buen erudito de todas las cosas japonesas, ni en un Shakespeare del idioma local, pero para esperar ser servido en su propio idioma y de acuerdo con sus propias costumbres al aprender un oficio tradicional, uno debe ser claramente arrogante.
Afortunadamente, al menos en el caso de Japón, aprender la cultura solo puede elevar el espíritu de uno, y asimilar el idioma está lejos de ser imposible. Todo lo que cuenta, como se mencionó anteriormente, es la paciencia. Y la paciencia nunca falta en Japón.
Entonces, todo comienza con venir a Japón. En primer lugar,
¡obviamente!
¿Cómo podrías convertirte en un aprendiz
sentado en tu teclado o en una cafetería en algún país extranjero?
" ¿Por cuánto tiempo? "
¡Esa es la pregunta equivocada perfecta! ¡¿No se mencionó la
paciencia?!
Por lo tanto, no se hará esta pregunta.
De
hecho, ¡este tipo de paciencia!
Mantenerse caliente y seco, asegurarse de que el Camino sea seguro y que todos los puentes estén sanos, y luego solo ponerse en movimiento no es cómo se hace esto. Se trata más bien de caminar hacia la meta y, una vez en el acantilado, pisar el vacío con fe en que el puente estará bajo el pie, paso tras paso.
Es siguiendo el Camino que se abre,
no contemplándolo desde
un lugar seguro...
Es importante entender que la verdadera intención del futuro aprendiz es más importante que sus palabras y acciones. El que realmente tiene la intención de convertirse en aprendiz de forjador de espadas en Japón ya está comprometido, y eso se nota. No espera a ser aceptado para dedicarse por completo. Por lo tanto, el compromiso se mostrará al maestro, y la elección se hará más fácilmente.
Paso a paso
Una vez establecido en Japón, mientras uno se ocupa de alojarse y alimentarse y de adquirir los conceptos básicos de su nueva cultura, uno puede comenzar a ponerse en contacto con los forjadores de espadas. Las visitas y las charlas son el camino a seguir, sin mencionar ningún aprendizaje, o al menos no en forma de solicitud.
Los problemas de visa siempre son un desafío. La visa "Bunka Katsudo" (Actividades Culturales) es apropiada para el aprendiz con un garante en Japón y no necesita recibir remuneración de ningún tipo o manera. Alguien que necesita trabajar puede querer buscar una visa de trabajo, pero eso generalmente implica trabajar de 25 a 50 horas por semana, lo que no deja mucho tiempo para el aprendizaje. De lo contrario, ¡enamórate de un local y cásate!
Uno identificará entonces uno, tal vez dos individuos bajo los cuales convertirse en aprendiz parece una perspectiva interesante. Uno continúa visitando al artesano para construir la relación. El futuro aprendiz no debe evitar confrontar su sueño con la realidad. En muchos casos, los sueños deben mantenerse como tales, y los soñadores no deben evitar admitirlo a sí mismos. Uno no debe tener miedo de cambiar de opinión antes de dedicarse al aprendizaje, porque una vez embarcado, cualquier renuncia hace que toda la aventura sea una tremenda pérdida de tiempo y energía tanto para el maestro como para el aprendiz.
En algún momento, la posibilidad de convertirse en aprendiz de alguien aparecerá naturalmente durante la conversación.
Lo que sucede en el momento adecuado no necesita ser forzado. Si uno fuerza, significa que no es ni el momento adecuado ni lo correcto.
Sin embargo, el futuro aprendiz debe tener cuidado con aquellos que ofrecerían un aprendizaje con demasiada facilidad. Los mejores artesanos son los más reacios a aceptar aprendices porque conocen el camino y saben que solo uno de cada miles, si no más, tiene lo que se necesita. Por lo tanto, uno siempre debe dirigirse al mejor artesano en un campo determinado. Las preferencias personales de gusto, personalidad o actitud no deben prevalecer sobre lo único que realmente cuenta: la calidad del trabajo.
Porque la calidad es la verdad.
Fuente: https://soulsmithing.com/2007/10/how-to-become-a-swordsmith-apprentice-in-japan/